El pasado 23 de mayo acudimos al Circuito de Campillos a la segunda carrera del CAK 2021. Esta prueba marcaba el ecuador del campeonato, y para mi la primera visita con la cámara al trazado de Campillos. La verdad es que no defraudó. Se trata de unas instalaciones de primera categoría, homologadas para competiciones a nivel europeo. Además su enclave es estratégico. Al contrario que le ocurre al circuito de Cartaya en que se disputó la primera prueba, Campillos está en el centro de Andalucía y le pilla más o menos cerca a todo el mundo.
Así que sin un gran madrugón allí nos plantamos mi compañero de fatigas Manuel Bueno y un servidor para cubrir la prueba para la Federación Andaluza de Automovilismo.
Como en la prueba anterior, disponíamos de total movilidad por las instalaciones, aunque el trazado de Campillos presentaba más desnivel y moverte era un pelín más complicado. Su más de kilómetro y medio de pista lo asemejan a un circuito de coches pequeño. Una gozada, la verdad.
Respecto a lo que vimos en la pista, me reitero en lo que dije en la anterior entrada del CAK: que me gustan las carreras… En el momento que hay una competición el ambiente que se respira en el circuito es otro. Ese «rollo distinto» que no tienen las tandas.
No deja de sorprenderme el comportamiento de estos pequeños grandes pilotos, que en las categorías como la Mini o la Escuela Paco Melero casi hace más bulto el caso que ellos.
Es más, me esperaba más lances de carrera por la corta edad de los participantes, pero en absoluto. En contadas ocasiones pudimos ver algo de «acción».
La mayoría creo que se montó en un kart antes de empezar a andar. Definitivamente el relevo generacional está asegurado.
Fotográficamente la tónica fue similar a la anterior prueba. Un circuito nuevo para mi donde no tenía referencias, en el que usamos las mangas de entrenos para ir viendo los sitios a los que podíamos sacar más partido. Aunque me vine sabiendo que ese trazado tenía mucho más que ofrecer. No podía volverme a casa sin la foto con los molinos eólicos de fondo.
Al final y con el objetivo de asegurarnos pillar a todos los participantes me traje más fotos de las que hubiera gustado. Algo más de 4.000 fotos. Para asegurar…
Menos mal que la selección y clasificación con LR es mucho más efectiva que con PS. En ese sentido también he dado un paso atrás en la edición. Mi estilo ha sido siempre el de fotos editadas que parece que no lo están. Y poco a poco vamos subiendo el listón, con saturaciones y recuperando sombras, añadiendo viñeteos (fíjate tu la tontería, te gastas una pasta en un objetivo de la serie L que no viñetee y luego se lo añades tu en el procesado…) y artificios. Al final acabas con una foto muy «bonita», muy estética pero que no tiene nada que ver con lo que ocurrió.
Queremos tener colores vivos en días nublados, y eso no es posible. No hay procesado que iguale la luz cálida y suave de un atardecer, o un día de primavera con unas nubes que tamicen la luz del sol. Hay que intentar captar lo que hay, no más. Al menos así es como interpreto yo la fotografía y pienso seguir haciéndolo.
Por ejemplo, durante buena parte del día tuvimos un día nublado, que aunque no sacó los colores como me hubiera gustado, me permitió trabajar con diafragmas abiertos. Esto en el 400 fijo, a pesar de ser 5´6 me da un bokeh espectacular. Que me gusta ese objetivo.
Y que me gusta un barrido…
Sin más, os dejo una pequeña galería de lo que pudimos ver en la segunda prueba del CAK en el Circuito de Campillos. Gracias por pasaros por aquí y hasta la próxima entrada del blog.
Un saludo.