Poco a poco voy a ir introduciendo en el blog las pruebas a las que he ido, aunque sean más antiguas que el blog mismo. Por eso en la fecha de publicación pondré la de la prueba para que quede todo más ordenado, aunque en su día no publicara evidentemente la entrada. Así que vamos con mi primer WRC de asfalto: El RallyRACC Catalunya-Costa Daurada. Tras una primera incursión en el mundo de los WRC en tierra el año anterior tenía muchas ganas de subir a Cataluña a verlos en asfalto, así que nos juntamos unos amigos, alquilamos una caravana y nos fuimos a ver el mundial.
El miércoles tiramos para arriba lo rápido que la caravana nos permitía (que no era mucho, con aquello cargado de bártulos y criaturas no había que preocuparse por los radares) con idea de ver el Shakedown del jueves y empaparnos bien de WRC.
Que juego daban los Citroen con el cristal trasero de espejo.
Después de eso nos fuimos camino de la Mussara, un tramo que nos llamó la atención por unas horquillas en bajada que tenía al final. Ya sabeís lo que se dice, para arriba los motores y para abajo los… Así que pillamos sitio a las 4 de la mañana, y la verdad es que la espera y el frío (frío, frío, frío…tela de frío) mereció la pena.
No todos los días se ve un WRC hacer un trompo
Que ganas tenía de ver uno de estos en un rallye…
Tras el coche escoba buscamos la autocaravana y nos dispusimos a ir al segundo tramo del día: Les Garrigues. Estuvimos dudando entre ese y el Priorat y su famoso cruce, pero no nos apetecía pegar una mala noche en la cuneta pillando sitio tras pasar frío la noche anterior. Tras una ducha y unos macarrones calientes viendo los resúmenes de Ponsetti del WRC pensamos que habíamos acertado (además de enamorarnos perdidamente de la autocaravana). Así que a las 6 más o menos nos fuimos a pillar sitio a una derecha en bajada, perfecta para bajar la velocidad e intentar hacer algunos barridos.
Nos quedamos viendo pasar los clásicos, maravillados con aquellos coches que solo habíamos visto en vídeos.
Y subimos un poco, a un cambio de rasante en que teníamos la esperanza de que los coches al menos estiraran los amortiguadores. ¡Y vaya sorpresa nos llevamos cuando vimos a Loeb a medio metro del suelo!
El resto de la pasada lo vimos en la curva de abajo, porque no sabíamos si el resto de coches menos potentes despegaría como los WRC. Un amigo nuestro que se quedó en el rasante nos dijo luego que sí, una lástima, aunque también nos divertimos.
La verdad que fue un rallye de lujo, con amigos, risas (muuuchas risas) y buenos coches que todo el mundo decía que no tiraban y que ahora añoramos (como andaban esos WRC con el 2.0 turbo…). Y con mis fotos del rallye publicadas en una revista. Un saludo y hasta la próxima entrada.